sábado, 20 de enero de 2024

 Cronología histórica del Sáhara Occidental



-1476: Se documenta el primer asentamiento castellano en la costa del Sáhara occidental. Diego García de Herrera, señor de Lanzarote, construye un fuerte que llama Santa Cruz de la Mar Pequeña.

-1499: Juan II de Castilla separa el gobierno de Canarias del de la costa africana.

-1527: Es destruido el asentamiento de la Santa Cruz por guerreros del sultán Al Wartassi.

-1765: Carlos III alcanza un acuerdo con el sultán Muley Mohamed para que los pescadores canarios puedan faenar en aguas próximas a la costa africana.

-1860: Finaliza la guerra de Marruecos, con la conquista de Tetuán y la victoria de los españoles. El acuerdo de paz, firmado el 26 de abril, incluye la autorización para colonizar el Sáhara.

-1865: Por iniciativa de Leopoldo O’Donnell, se establece una factoría de pesca en la península de Dajla.

-1884: Conferencia de Berlín. España comunica sus intenciones de colonizar el Sáhara que se concretan en un Real Decreto que comunica a los países europeos la soberanía española sobre este territorio. Francia condiciona su apoyo a delimitar fronteras con los territorios que había reclamado colonizar.

-1885: Comienza la construcción de Villa Cisneros y se establecen de nuevas factorías en Río de Oro y Cabo Blanco. Los españoles siguieron su avance hacia el interior y el norte del Sáhara.

-1900: Tratado de París: España y Francia firman un acuerdo que establece fronteras entre los territorios administrados por ambas naciones en el Golfo de Guinea y en la Sáhara. La posesión española se divide en dos distritos administrativos: Río de Oro, al sur, y Saguía el Hamra, al norte.

-1920: España y Francia establecen límites definitivos de sus protectorados en Marruecos.

-1934: Durante la Segunda República, España amplia su presencia en la colonia, que comienza a denominarse oficialmente Sáhara español y a depender de la Capitanía General de Canarias. Se firma con las tribus saharauis un acuerdo de sumisión que incluye la comarca de Ifni.

-1940. Después de la guerra civil la dictadura continúa la colonización del Sáhara extendiendo las zonas de explotación.

-1956: Independencia de Marruecos tras la renuncia de Francia a mantener su Protectorado.

-1957: Guerra secreta de Franco. Marruecos reclama los territorios controlados por España en Ifni y el Sáhara. Se crea el Ejército de Liberación (Yeicht Taharir) que pone cerco a los territorios de Ifni, Cabo Jubi (Tarfaya) y El Aaiún. En octubre estalla una guerra que dura hasta marzo de 1958 y se oculta a la opinión pública española.

-1958: Ifni y el Sáhara Occidental se convierten en provincias españolas (Boletín Oficial del Estado, enero de 1958). En abril, España y Marruecos firman los acuerdos que fijan los límites del Sáhara español y conceden a Marruecos la retrocesión el territorio de Tarfaya al norte del Sáhara.

-1960: XV Asamblea de la ONU. Se aprueba la “Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales”, donde se proclama el derecho de libre determinación de los pueblos.

-1963: El Sáhara Occidental se incluye en la lista de territorios no autónomos de la ONU. Mauritania y Marruecos reivindican el territorio saharaui.

-1966: XX Asamblea General de la ONU. Se aprueba la resolución 229 en el pleno de la Asamblea General, con el título "Sobre Ifni y el Sáhara Español”. El Comité especial de descolonización pide a España celebrar un referéndum sobre la autodeterminación del Sáhara.

-1967: Se funda el Movimiento Nacional de Liberación Saharaui, liderado por Mohamed Sidi Brahim, "Bassiri", periodista originario de la tribu de los Erguibat, este movimiento que reivindica una identidad nacional y la independencia del Sáhara occidental.

-1969: Resoluciones la ONU relativas a la provincia de Ifni, debe resolverse por separado de la cuestión del Sáhara. Tratado de Fez para consumar la retrocesión de la provincia española de Ifni a Marruecos.

-1973 En abril se funda el Frente Polisario (Frente Popular de Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro) que tiene como objetivo la liberación nacional de todas las formas de colonialismo y la creación de un régimen republicano nacional. se nombra secretario general a Brahim Ghali y se abre la opción de la lucha armada.

-1975: En mayo una misión de la ONU visita el Sáhara Occidental, es recibida con manifestaciones del Frente Polisario.
  • En octubre, el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya rechaza vínculos territoriales de Marruecos y Mauritania con el Sáhara Occidental, condena sus pretensiones sobre el territorio del Sáhara y reafirmaba la necesidad de aplicar el principio de autodeterminación.
  • Un informe de la ONU manifiesta la dificultad de realizar un censo de población de los saharauis y se suspende la organización del referéndum que debía realizar España.
  • El 21 de octubre, el príncipe Juan Carlos declina aceptar la jefatura del Estado con carácter interino y ante el riesgo de guerra con Marruecos pide ayuda a Henry Kissinger para que interceda. Como consecuencia se firma un acuerdo secreto: España se compromete a entregar el Sáhara a Marruecos a cambio del apoyo político de EEUU al futuro rey.
  • El 30 de octubre, el dictador Francisco Franco traspasa sus poderes al príncipe Juan Carlos que, el 2 de noviembre, visita a los militares españoles en el Sáhara.
  • El 6 de noviembre, Marruecos anuncia la organización de una marcha civil para recuperar el Sáhara. Comienza la “Marcha Verde”. Los civiles marroquíes cruzan las fronteras.
  • En su resolución 380, el Consejo de Seguridad de la ONU condena la realización de la Marcha Verde y ordena que Marruecos retire del territorio del Sáhara Occidental a todos los participantes. París y Washington apoyan la anexión marroquí.
  • Los militares españoles desplegados en el Sáhara reciben orden de retirarse.
  • El 14 de noviembre, los gobiernos de España, Marruecos y Mauritania firman los Acuerdos Tripartitos de Madrid donde pactan una administración conjunta del territorio. Los Acuerdos de Madrid no son avalados por la ONU al ir en contra de sus recomendaciones de pactar un referéndum de autodeterminación.

-1976: En febrero España abandona el Sáhara y estalla la guerra. Comienza el exilio de miles de familias saharauis hacia Argelia. Se establecen campamentos de refugiados en Tinduf. El Frente Polisario combate a las tropas invasoras de Marruecos y Mauritania. El 28 de febrero se proclama la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

-1978: Mauritania retira sus tropas renunciando a sus pretensiones sobre el Sáhara. Marruecos ocupa parte del territorio que le correspondía a Mauritania. Se intensifica la guerra entre el Polisario y el ejército marroquí.

-1980: Marruecos comienza la construcción de un muro que divide en dos el territorio del Sáhara. En el oeste la parte ocupada por Marruecos y en el este la parte liberada por el Polisario El muro llegará a tener una extensión de más de dos mil kilómetros y en la inmediaciones Marruecos siembra decenas de miles de minas antipersona con el objetivo de limitar los avances saharauis.

-1981: La Comisión de Descolonización de la ONU aprueba una resolución para celebrar un referéndum de autodeterminación en el Sáhara. Marruecos acepta la resolución.

-1984: La RASD es aceptada por la Unión Africana. Desde entonces, diversos países han ido reconociendo la legitimidad de la RASD. La ONU y la UE no la reconocen.

-1988: El gobierno de Marruecos y el Frente Polisario acuerdan un Plan de Arreglo por el que aceptan la celebración de un referéndum de consulta a la población saharaui para elegir la independencia o la integración en Marruecos.

-1991: La ONU aprueba el Plan de Arreglo y crea la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO), que tiene supervisar el alto el fuego y realizar la consulta al año siguiente. En septiembre el Frente Polisario y Marruecos firman un alto el fuego tras 16 años de guerra.

-1992: Se pospone el referéndum por el rechazo del gobierno de Marruecos y falta de acuerdo con el censo de votantes.

-1997: La ONU nombra a James Baker representante especial para el Sáhara Occidental.

-2000: La celebración del referéndum, programada para julio, se vuelve a posponer.

-2001: Se presenta el primer Plan Baker que concede autonomía al Sáhara bajo soberanía marroquí. El Frente Polisario y Argelia lo rechazan.

-2003: Se concibe un nuevo Plan Baker, que contempla dar al Sáhara autonomía dentro de Marruecos, convocar elecciones autonómicas y celebrar un referéndum de autodeterminación en 2007. Las partes involucradas rechazan al principio el nuevo plan pero después Argelia y el Polisario lo aceptan. Marruecos impide que salga adelante.

-2004: James Baker dimite y Peter Van Walsum es nombrado nuevo enviado especial de la ONU para el Sáhara.

-2005: El Frente Polisario libera los últimos 400 prisioneros de guerra marroquíes ante el Comité Internacional de la Cruz Roja, el acto es celebrado en los campamentos de Tinduf.

-2007: Marruecos y el Polisario presentan ante la ONU sus planes para el Sáhara Occidental. Comienzan negociaciones directas entre las partes con la mediación de Naciones Unidas.

-2009: La activista saharaui, Aminetu Haidar, permanece más de 30 días en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote tras ser deportada a Canarias.

-2010: En octubre empieza una protesta en las afueras de El Aaiún. Miles de saharauis levantaron el Campamento de la Dignidad (Gdeim Izik). Semanas después el ejército marroquí entra en el campamento y lo desaloja con violencia. Se producen muertos, heridos y detenciones. El campamento de Gdeim Izik reactivó la lucha saharaui y Marruecos incrementó las violaciones de derechos humanos.

-2019: Marruecos desconoce los acuerdos de 1991 y ofrece una autonomía para el Sáhara Occidental. En el XV Congreso del Frente Polisario, los saharauis anunciaron que si no se realizan los acuerdos alcanzados y las resoluciones de la ONU podrían volver a las armas. Renuncia el alemán Horst Köhler como enviado especial de la ONU para el Sáhara y su vacante no será cubierta hasta dos años después.

-2020: En octubre, el Frente Polisario organiza una protesta en Guerguerat, el ejército marroquí interviene reprimiendo con armas a los manifestantes.
  • En noviembre, el Frente Polisario denuncia a Marruecos por romper el alto el fuego y declara la guerra. En diciembre, tras perder las elecciones, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio de que Rabat establezca relaciones diplomáticas con Israel.

-2021: En abril, Brahim Ghali, presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, viaja a España e ingresa en un hospital para ser tratado de Covid-19. Durante el mes de mayo se produce una crisis migratoria y diplomática sin precedentes al promover Marruecos la salida masiva de emigrantes desde la costa de Tánger hasta Ceuta. En octubre, el secretario general de la ONU, António Guterres, nombra al diplomático italo-sueco Staffan de Mistura nuevo enviado especial para el Sáhara.

-2022: En marzo, Marruecos hace público un comunicado que asegura que el gobierno español apoya el plan de autonomía del Sáhara Occidental. En efecto, el presidente Pedro Sánchez envió una carta al rey Mohamed VI, donde afirma que la propuesta marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental es, “la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso”. Con esta decisión España abandona la neutralidad mantenida durante el conflicto. El hecho despierta críticas de todos los grupos del arco parlamento español, así como el rechazo de Argelia y el Frente Polisario.

-2023: En el mes de septiembre se produce la primera visita a los territorios ocupados por Marruecos del enviado de la ONU para el Sáhara, Staffan de Mistura, que se reúne con activistas en Smara, Ad-Dajla y El Aaiún.


sábado, 23 de diciembre de 2023

El Sáhara Occidental: cinco décadas de traición

Publicado en el periódico La Jornada México, 17 de diciembre de 2023 


El Sáhara Occidental: cinco décadas de traición y conflicto

▪ Xabier F. Coronado




Foto: AFP/ Farouk Batiche



El Sáhara Occidental y la gente que lo habita tienen tal fuerza y encanto que uno queda prendido por ellos.

Julio Caro Baroja




El objetivo del viaje era llegar a El Aaiún para entrevistar a miembros de la resistencia saharaui. En la capital del Sáhara, ocupada por Marruecos, tenía contactos para encontrarme con activistas y dirigentes de asociaciones de derechos humanos. Había que hacerlo de forma clandestina porque el gobierno de Marruecos no permite el ingreso de periodistas a territorio saharaui. Existía la posibilidad de entrar como turista y viajar por tierra a El Aaiún, pero había que pasar los retenes militares que controlan las carreteras que llevan al Sáhara.

Volé a Agadir, puse rumbo a El Aaiún y visité Sidi-Ifni y Tarfaya. Viajé en autobús y durante el trayecto nos pararon en varios controles, me preguntaban si era turista y asentía con una amplia sonrisa. En dos ocasiones los militares bajaron a jóvenes saharauis que ya no continuaron viaje. Al llegar me hospedé en un hotel de la parte baja de la ciudad y hablé con Ouali, mi contacto en El Aaiún. Me dijo que un compañero suyo se comunicaría conmigo esa misma tarde. A las cuatro entró el mensaje, me citaban a las seis en un café de la parte alta de la capital. Ubiqué el lugar en el mapa y tardé más de una hora en llegar caminando.

Encuentros

En el lugar de la cita tomé un café y no tardaron en enviarme otro mensaje. Tenía que ir a una calle lateral donde me recogerían. Apareció un automóvil negro, el conductor hizo una gesto y subí al vehículo por la puerta trasera. El coche se puso en marcha de inmediato. Al volante estaba un hombre joven con barba que vestía ropas europeas. Me dijo que me pusiera en medio de los asientos traseros para evitar que me captasen las cámaras de seguridad. Dimos vueltas por calles estrechas evitando las avenidas principales. Manejaba deprisa y en silencio. Se detuvo delante de un edificio, en el portal había un hombre vestido con chilaba, levantó la mano y entramos al interior.

Nos pasó a una habitación alfombrada con asientos pegados a las paredes. Antes de sentarnos se hicieron las presentaciones: el conductor se llama Bachri Bentaleb y el anfitrión Mohamed Dadash; los dos son miembros de la Asociación Saharaui de Derechos Humanos (ASVDH). Mohamed se expresaba en correcto español y Bachri utilizaba a veces el francés.

Me contaron que Bachri había estado preso varios años en la cárcel Negra de El Aaiún. Por su parte, Mohamed se incorporó en 1976 al Frente Polisario, durante la guerra fue herido en combate y hecho prisionero. Lo encerraron en una cárcel secreta, tres años después lo liberaron y regresó a El Aaiún, pero lo detuvieron de nuevo para llevarlo a Kenitra. Un tribunal militar lo condenó a muerte, estuvo catorce años esperando que se cumpliera la sentencia. La pena capital le fue conmutada por cadena perpetua. En 2001 logró su puesta en libertad gracias a gestiones internacionales y Noruega lo acogió como refugiado político. En total, Mohamed Dadash pasó veinticuatro años en cárceles marroquíes.

Les pregunté sobre la vida de los activistas en las ciudades ocupadas. Mohamed habló primero.

―En El Aaiún la situación es preocupante. Somos vigilados y perseguidos, nos detienen y acosan a nuestras familias. Hay más de cuarenta activistas en cárceles de Marruecos condenados a cadena perpetua. En el Sáhara ocupado los saharauis no tienen trabajo, viven marginados en su propio país. Los jóvenes tienen que huir o emigrar. Además, les proporcionan drogas para quitarles la voluntad de lucha.

Bachri tomó la palabra.

―En Dakhla unos cinco mil activistas están en lucha bajo el liderazgo de Rachid Al-Sagheir. Hace un mes policías y colonos marroquíes intentaron matarlo.

Acercó su teléfono para mostrarme unas fotografías, en ellas se veía un hombre tumbado con golpes y heridas por todo el cuerpo. Mohamed habló del caso.

―Los servicios de inteligencia marroquíes cometen crímenes contra civiles y activistas de derechos humanos. Nuestro gobierno protestó ante Naciones Unidas por el intento de asesinato de Rachid Al-Sagheir sin obtener respuesta. Condenamos el silencio que guarda la ONU sobre las atrocidades que se cometen en los territorios ocupados, los organismos internacionales tienen la obligación de tomar medidas que garanticen la protección de nuestra integridad física. El gobierno marroquí cerró la oficina de derechos humanos que había en El Aaiún. Es necesario restablecerla para proteger nuestros derechos políticos, económicos, sociales y culturales. Entre ellos la soberanía sobre la totalidad de nuestro territorio y sus recursos naturales. Se deberían realizar informes periódicos sobre la situación que se vive en nuestro país. La permanencia de la ocupación marroquí, con sus crímenes atroces contra civiles y activistas, no sólo nos afecta a nosotros, también debilita la credibilidad en el proceso de paz avalado por la ONU.

Bachri dio su opinión:

―El proceso está estancado desde hace tiempo. Un dato lo ratifica: el encargado especial de la ONU para el Sáhara no ha pisado territorio saharaui desde que fue nombrado. Así, nunca será posible un proceso de paz serio y creíble.

―Es hora de que la ONU haga honor a los principios por los que fue creada, que no son otros que preservar la paz e instaurar la justicia. Sería la única forma de recuperar su credibilidad ante el pueblo saharaui.

Foto: AP/ Bernat Armangue


Traiciones

Les pregunté que opinaban sobre la postura del gobierno español en el conflicto.

―Ni el gobierno español ni Europa quieren cambiar la situación actual, tampoco los Estados Unidos. Saben que la mayoría de los saharauis están en contra de la ocupación de sus territorios, por eso no se organiza el referéndum propuesto la ONU.

Tenían otros compromisos esa tarde. Mohamed Dadash salió con nosotros y montamos en el coche. Cruzamos los barrios de la parte alta y descendimos a la zona baja de la ciudad. Me dejaron en una calle donde quedamos en vernos a las nueve de la mañana del día siguiente. Cuando legué al hotel me llamó Ouali, estaba muy optimista y me dijo que si lograba hacer el reportaje iba a ser algo único, «hace muchos años que nadie viene a El Aaiún para hablar con nosotros.»

Al día siguiente llegué a la hora convenida. Cuando entraba en la calle se acercó un coche blanco, Bachri iba al volante. Estaba acompañado de un hombre mayor vestido de chilaba. Manejó hasta una zona de casas unifamiliares, paró del coche frente a una de ellas, descendió y llamó al portón. Cuando abrieron nos hizo señas para que saliésemos. Un hombre alto estaba en el umbral, cruzamos el pequeño jardín y pasamos a una sala donde nos presentaron. La persona que nos había acompañado en el coche se llama Feku Loubbihi, presidente del Comité de Defensa de los Derechos Humanos en Smara. Nuestro anfitrión es Hmad Hammad, vicepresidente del Comité de Apoyo para la Autodeterminación del Sáhara Occidental (CODAPSO).

―Si analizamos el origen del conflicto saharaui, sólo se puede hablar de una causa: la traición. El gobierno español no hizo un proceso de descolonización para otorgar la independencia al Sáhara. En vez de eso vendió nuestro territorio a Marruecos y Mauritania. La traición se dio desde el primer momento y se fue perpetuando con los diferentes gobiernos españoles, tanto los socialistas como los de derecha. Ahora se refuerza con el pacto del presidente español con el rey de Marruecos. Todos los políticos españoles, desde el franquismo hasta la actualidad, han sido cómplices de traición a nuestra causa. Los llamados acuerdos tripartitos de Madrid del año 1975, que no fueron reconocidos por la ONU, provocaron la invasión de nuestro territorio. Después Marruecos comenzó su “operación golondrina” con el fin de poblar el saharaui con gente traída de diferentes lugares del país y aquí se les facilitan las cosas. Todos los comercios de las ciudades ocupadas son de marroquíes, a los saharauis no se les permite tener un negocio ni se les proporciona el trabajo. Al contrario, se les persigue y encarcela.

Hammad hablaba con premura, parecía urgido por denunciar en mi presencia las cosas que suceden en su país.

―En estos momentos hay alrededor de seiscientos desaparecidos, existen fosas comunes por todo el territorio y los invasores practican “vuelos de la muerte” para arrojar al mar a activistas detenidos ilegalmente y torturados. Los presos políticos están cumpliendo largas condenas. Nuestro pueblo fue ocupado ilegalmente y los invasores están protegidos por occidente. Los marroquíes esquilman nuestras riquezas naturales, explotan los sulfatos de Bu Craa, el oro y el hierro, buscan petróleo, negocian con nuestros caladeros de pesca. Todo ello violando los derechos del pueblo saharaui con el silencio cómplice de la comunidad internacional. Los funcionarios de la ONU están aquí de vacaciones, viven como turistas en casas proporcionadas por el gobierno de ocupación, se pasean por las playas y sus vehículos llevan matrícula de Marruecos. No hacen nada en favor de nuestros derechos, es una vergüenza.

Foto: AFP/ Fadel Senna.
Omisiones

Bachri Bentaleb dio su opinión:

―Además, en el Sáhara no entran periodistas, ni observadores internacionales, Marruecos les tiene prohibida la entrada. Los activistas somos la voz que denuncia lo que está pasando en los territorios ocupados, por eso nos tienen silenciados en las cárceles.

Hmad continuó hablando:

―A nivel internacional casi ningún medio cuenta lo que está pasando en el Sáhara. La ONU, a pesar de las resoluciones favorables a nuestra causa, no presiona para que se cumplan. Hay un pacto de silencio para ocultar que los saharauis viven secuestrados dentro de su propio territorio. Otra ausencia significativa en este conflicto es la Cruz Roja, al ser el Sáhara territorio de guerra debería estar presente para buscar a los desaparecidos, vigilando para que no haya torturas ni malos tratos. La Cruz Roja tendría que estar aquí, pero no aparece por ningún lado.

Pregunté cómo estaba el conflicto en la actualidad, cuál era la situación en los frentes de guerra.

―El alto el fuego que se había pactado en 1991 fue violado en el 2020 por Marruecos y comenzaron los enfrentamientos. Estamos otra vez en guerra. Los saharauis tenemos que defendernos de las agresiones que se producen en los alrededores del muro construido y minado por Marruecos. El invasor tiene armamento moderno proporcionado por los países que se lucran con el tráfico de armas. El conflicto sigue activo después de casi cincuenta años. Los enfrentamientos son diarios y hay bajas en los dos bandos.

A continuación, Feku habló del muro que se construyó en el desierto.

―En los años ochenta Marruecos comenzó a levantar un muro con financiamiento de EEUU, Francia e Israel, que tiene dos mil seiscientos kilómetros. A su alrededor, Marruecos sembró millones de minas antipersona. El muro divide nuestro territorio de norte a sur en dos zonas: al oeste está la parte ocupada por Marruecos, los territorios liberados están al este. Con el muro pretenden frenar nuestro avance para liberar todo el territorio. Pero son numerosos los estados que reconocen a la República Árabe Saharaui y han roto sus relaciones con Marruecos. Incluso el ex-secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, declaró que Marruecos es una fuerza de ocupación en el Sáhara Occidental.

Hmad cambió de tema.

―Los territorios ocupados son zonas donde existen mafias y tráfico de drogas. Los proyectos económicos están administrados por delegaciones de España y Francia que son quienes mueven los negocios oficiales en el Sáhara. La intromisión del gobierno francés se está incrementando, los barcos que llegan a cargar fosfatos al puerto de El Aaiún necesitan un bono que es expedido en Francia. Marruecos cuenta con su apoyo porque los franceses quieren que toda esta parte de África sea francófona. Por eso se prohíbe hablar español en las ciudades ocupadas. El español es el segundo idioma de nuestra república, la lengua oficial es el hasanía, un tipo de árabe distinto del dariya que hablan los marroquíes. Lo peor es que también están imponiendo su lengua en los territorios ocupados y el hasanía tiene peligro de llegar a desaparecer.

Ante la pregunta de si los saharauis mantienen viva la esperanza de que se solucione el conflicto, Hmad me miró con expresión grave antes de contestar.

―El conflicto es muy largo, demasiado largo para creer en la diplomacia internacional. Llevamos muchos años esperando una solución justa y pacífica. La ONU colabora con la ocupación, sus oficinas en el Sáhara están controladas por la policía y el ejército marroquí. Por eso los saharauis sabemos que lo único que nos puede liberar de la ocupación extranjera es la lucha armada.

Foto: AP/ Fateh Guidoum

Resistencias

Feku Loubbihi tomó la palabra para hablar sobre la situación en Smara. Comentó que desde 1976 esta ciudad saharaui se había convertido en el principal foco de resistencia contra la invasión, en sus alrededores se dieron sangrientos enfrentamientos.

―En Smara también comenzó la intifada en 2005 y en la actualidad se mantiene como un bastión de la resistencia aunque la ciudad fue invadida por colonos marroquíes. Lo mismo sucede en El Aaiún, Dakhla y otras poblaciones ocupadas. Pero la resistencia sigue activa a pesar de que muchos activistas están en prisión. Los jóvenes son detenidos de manera arbitraria y condenados por ser saharauis. También se les acusa de posesión y tráfico de drogas, cuando el pueblo saharaui nunca ha consumido ni producido drogas, como ocurre en Marruecos. Desde 1976 hasta la actualidad, muchos hombres y mujeres saharauis alzaron sus voces para denunciar la ocupación, como consecuencia sufrieron y sufren la violación de sus derechos. Nos faltaría tiempo para referir todas sus historias, pero señalaré un caso reciente, el de Sultana Jay-ya, activista que fue arrestada en su casa, su hermana violada, ella y su madre abusadas sexualmente. A pesar de las denuncias la ONU no le dio protección, pero Amnistía Internacional recogió firmas para que fueran restituidos sus derechos y el gobierno marroquí se vio obligado a explicar lo sucedido y responder por los daños. Hace una semana le concedieron un premio internacional por su activismo.

Hmad volvió a hacer uso de la palabra.

―Hay un episodio de nuestra lucha que merece ser contado porque demuestra nuestros padecimientos. Se trata de lo que sucedió en el campamento de refugiados de Gdeim Izik, cerca de El Aaiún, donde había unos veinticinco mil saharauis, incluidas mujeres, jóvenes y niños. El 8 de noviembre de 2010, las fuerzas de ocupación marroquíes irrumpieron de forma violenta y secuestraron a centenares. Algunos desaparecieron y muchos otros llevados a la cárcel Negra de El Aaiún. Meses después la mayoría fueron liberados, pero retuvieron a veinticuatro activistas. Los trasladaron a una prisión en Rabat para someterlos a juicio militar. El proceso se celebró en febrero de 2013, los condenaron a penas que iban de veinte años a cadena perpetua. Gracias a la presión internacional y al recurso interpuesto por la defensa, el Tribunal de Casación de Marruecos dictó en 2016 una sentencia que declaraba la nulidad del juicio militar por falta de pruebas. Se dispuso la celebración de un nuevo juicio en la jurisdicción ordinaria que comenzó en diciembre y finalizó en julio de 2017. Fueron sentenciados a condenas similares a las dictadas por el tribunal militar: ocho cadenas perpetuas, tres condenas a treinta años de prisión, cinco a veinticinco años y tres a veinte.

―¿Todos siguen en la cárcel?

Hmad afirmó sin articular palabra. Bachri dijo:

―El objetivo final de Marruecos es terminar con las nuevas generaciones de saharauis para consumar el genocidio y acabar con nuestra cultura. Incluso están destruyendo zonas arqueológicas, como el yacimiento de Tifariti que utilizan como cantera para extraer mármol.

A la pregunta sobre posibles arreglos a nivel político, Hammad contestó:

―En estos momentos hay cuestiones económicas, como los acuerdos de Marruecos con la UE para la explotación de nuestros recursos, que los propios tribunales europeos están por ratificar su ilegalidad. Pero la experiencia nos dice que no podemos fiarnos de las decisiones que se toman a nivel internacional. La ONU no hace nada para poner fin a la ocupación y detener el genocidio. En los territorios ocupados no hay presencia de organismos internacionales para custodiar el respeto a los derechos humanos de los saharauis. Incluso, hace mucho tiempo que no entra un periodista en los territorios ocupados para entrevistarse con nosotros. Por eso te agradecemos que hayas venido y asumido los riesgos de hacer un reportaje para divulgar la situación que se vive en el Sáhara.

La despedida fue entrañable, quedamos de seguir en comunicación. Antes de salir a la calle, Bachri comprobó que estaba despejada y entramos en el coche.

Epílogo

Permanecí unos días más en El Aaiún, procesando lo sucedido e investigando otros aspectos del conflicto. Nada más regresar, el 7 de septiembre, leí una noticia en el periódico digital español Público: “Enviado especial de la ONU para el Sáhara Occidental visita por sorpresa los territorios ocupados por Marruecos”; informaba que Staffan de Mistura estaba realizando su primera visita al Sáhara para reunirse con representantes de la resistencia en las ciudades ocupadas. Hacía más de cuatro años que un enviado especial de la ONU no visitaba territorio saharaui. El 8 de septiembre el mismo medio titulaba: “El enviado especial de Naciones Unidas se reúne por primera vez con activistas saharauis que viven en los territorios ocupados por Marruecos”; la noticia apuntaba que Staffan de Mistura había visitado las ciudades de El Aaiún y Dakhla donde se había reunido con organizaciones defensoras de derechos humanos y activistas que luchan por la autodeterminación: “Han estado con el representante de la ONU activistas reconocidos de la causa saharaui, como Aminetu Haidar, Hmad Hammad o Ali Salem Tamek, entre otros.”

Casi ningún medio recogía la noticia. En el periódico digital Sáhara Press, un portal que difunde información relacionadas con el conflicto, reseñaba la reunión del presidente de la República Árabe Saharaui y líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, con el enviado de la ONU. En otra página web (https://www.swissinfo.ch/spa) daban detalles sobre las entrevistas y se recogían las declaraciones de los reunidos: “Hmad Hammad:, el vicepresidente de CODAPSO aseguró que, «la Misión de Naciones Unidas vino para hacer un referéndum y llevamos años esperándolo, no están haciendo su trabajo. Están aquí como turistas».”

Al día siguiente me llegó un mensaje de Bachri Bentaleb con un video y varias fotos. Decía que se habían manifestado en El Aaiún el día que llegó el enviado de la ONU y la policía los había reprimido. En las imágenes del video varias mujeres eran arrastradas por los agentes y se veía cómo Bachri era golpeado cuando se enfrentaba a ellos. Las fotos mostraban las secuelas de los golpes en su cuerpo.

En Público se daba información sobre esos hechos: “El Polisario denuncia la represión marroquí en las ciudades ocupadas durante la visita de Mistura”. Más adelante aportaba videos donde se podían ver los momentos de tensión y afirmaba que, “la visita, realizada de forma sorpresiva, ha provocado un aumento de la represión a estos mismos activistas, según han denunciado desde el Frente Polisario.”

Hasta aquí, un extracto del reportaje sobre el viaje realizado, entre agosto y septiembre de 2023, a la capital de la República Árabe Saharaui con el objetivo de dar a conocer la situación en los territorios ocupados por Marruecos. Un conflicto abierto hace cinco décadas que está provocando el genocidio de un pueblo en lucha por su independencia. Los saharauis sufren un exterminio, lento pero implacable, que nadie parece ser capaz de detener.







Enlace con la publicación:

https://semanal.jornada.com.mx/2023/12/17/el-sahara-occidental-cinco-decadas-de-traicion-y-conflicto-8371.html 



lunes, 18 de septiembre de 2023

Música en Chile durante la dictadura (1973-1990)

 

Publicado en La Jornada Semanal, domingo 17 septiembre 2023



Chile 1973-1990:

la música como arma de lucha y resistencia



Xabier F. Coronado



Ahí donde llega todo y donde todo comienza,
canto que ha sido valiente siempre será canción nueva.
Víctor Jara

El golpe de Estado de 1973 generó en Chile censura y hostigamiento contra las manifestaciones artísticas que se producían en el país andino. Ante la represión casi siempre surgen el vigor y la entereza, por eso las artes se convirtieron en uno de los focos de resistencia y lucha más importantes contra la dictadura.

Aprendieron la manera de sobrevivir: primero afrontaron los campos de exterminio, la violación de sus derechos y la precariedad de sus condiciones de vida; después buscaron la forma de socavar el régimen militar. Desde la trinchera de la clandestinidad, los que sobrevivieron a la brutal persecución de los primeros meses se organizaron para minar la dictadura impuesta. La resistencia más difícil, pero la más efectiva, había que mantenerla desde el interior, en las entrañas de un país asediado y recluido. La población oprimida y silenciada necesitaba expresarse para luchar contra la ignominia y el método más efectivo de hacerse oír era la música. El canto de la resistencia chilena llamaba a la unión en contra de la implacable censura que cayó sobre el país y que provocó lo que se conoce como el “apagón cultural”.

A esta lucha desde el interior se unía la que iniciaron los exiliados. Eran la otra cara de la tragedia, los que habían podido huir pero estaban condenados a cumplir una larga condena lejos de la patria. Dos frentes se abrían para tratar de tornar las aguas a su cauce. El tiempo de resistencia se prolongó demasiado, pero no quedaba más remedio que mantener una lucha a la que se fueron incorporando las nuevas generaciones.

Desde los dos frentes se retomó la música popularizada por el movimiento de la Nueva Canción Chilena, que había madurado en épocas de libertad y esperanza. En el interior surgía el llamado Canto Nuevo, que se convirtió en baluarte contra el aparato represor del totalitarismo.

Antecedentes: la Nueva Canción chilena


Cuando vi de los mineros dentro de su habitación
me dije, mejor habita en su concha el caracol.
Violeta Parra

Durante el final de la década de los sesenta se desarrolló en Chile un movimiento musical que creció hasta lograr personalidad propia. Todos coinciden en atribuir su origen al legado de la compositora y cantante Violeta Parra (1917-1967), cuyo trabajo musical fue el antecedente que dio fuerza e identidad al movimiento. Cabe señalar también a la folclorista Margot Loyola (1918-2015), que apoyó a Violeta Parra y formó nuevas generaciones de músicos en las escuelas de verano que impartía en la Universidad de Chile; en ellas se creó el grupo Cuncumén donde se integraron, entre otros, Víctor Jara y Rolando Alarcón.

                           
                              Violeta Parra             (Ilustración de Brenda Moncada)

En 1965, al regresar de su estancia en Europa, Violeta Parra fundó en Santiago, en la Cañada de la comuna de La Reina, un espacio cultural con el apoyo de sus hijos Isabel y Ángel. La carpa de La Reina fue una peña musical que albergaba un ambicioso proyecto, la cantante pretendía fundar en ella la universidad del folclore. Apenas dos años después, el 5 de febrero del ’67, Violeta Parra se quitó la vida: “No tuve nada. Lo di todo. Quise dar, no encontré quien recibiera…”, dejó escrito en una carta dirigida a su hermano, el poeta Nicanor Parra. A pesar de su temprana muerte y el aparente fracaso del proyecto, a la peña de los Parra comenzaron a acudir los músicos que formaron el núcleo del movimiento que sería conocido como Nueva Canción Chilena.

La labor de este singular grupo se concentró en la recuperación, desarrollo y fusión del folclor tradicional americano. Además, la música se acompañaba de letras de contenido social y reivindicativo. Este movimiento tuvo su etapa de mayor esplendor durante el gobierno de Salvador Allende; los artistas realizaban un trabajo creativo en libertad y existían foros donde dar a conocer sus composiciones. Los medios de comunicación difundían la música producida por grupos y cantantes, los sellos discográficos grababan y distribuían sus canciones que llegaron a hacerse muy populares.

Represión y resistencia


El canto tiene sentido cuando palpita en las venas
del que morirá cantando las verdades verdaderas.
Víctor Jara

El golpe de Estado contra el gobierno de la Unidad Popular supuso también un golpe para el movimiento artístico y cultural que se desarrollaba en Chile. En pocas semanas la persecución y la violencia desatadas terminaron con la vida de muchos, entre ellos Víctor Jara, uno de los músicos más populares y reconocidos del momento. Su cuerpo, salvajemente torturado, apareció sin vida entre los montones de cadáveres que se acumulaban en el Estadio Nacional, lugar que los militares habían convertido en campo de exterminio. El asesinato de Víctor Jara fue la prueba irrefutable de la represión violenta a la que era sometido el pueblo chileno, se convirtió en el exponente de los asesinados y en el ejemplo para la resistencia y la lucha. Su voz fue el grito que vibraba en el viento de solidaridad que recorrió Europa y América; sus canciones, consignas que resonaban contra las dictaduras que proliferaron en el continente: “Mi canto es una cadena sin comienzo ni final y en cada eslabón se encuentra el canto de los demás. Sigamos cantando juntos a toda la humanidad.”

Durante la semana que estuvo encerrado, Víctor Jara compuso su último poema, “Somos cinco mil”, donde alude a la situación que se había impuesto en Chile a sangre y fuego: “Somos cinco mil aquí, ¿cuántos somos en total en las ciudades y en el país?[...] ¡Qué espanto causa el rostro del fascismo! Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada. La sangre para ellos son medallas. La matanza es acto de heroísmo.”

                   

Los sobrevivientes tuvieron que amoldarse a circunstancias adversas, al apagón cultural que trajo las sombras que ampararon la violencia. El régimen militar estableció por la fuerza un período de silencio que frustró la historia de la Nueva Canción Chilena: la música de los instrumentos que antes sonaban en libertad, las voces que cantaban con alegría, tuvieron que refugiarse, buscar espacios donde el brazo de la represión no pudiera callarlas. La clandestinidad se hizo necesaria y se fue forjando un movimiento musical de resistencia y lucha que llegaría a ser conocido como el Canto Nuevo.

El caso de los que permanecieron en el exilio lo representan los dos grupos musicales más conocidos: Inti-Illimani y Quilapayún. En el momento del golpe se encontraban de gira por Europa y se refugiaron en Italia y Francia, donde denunciaron con su música la situación que se vivía en Chile. Sus canciones, de protesta y esperanza, se escuchaban en muchos países y eran reproducidas clandestinamente en su tierra natal. Cabe citar entre ellas, “Hacia la libertad” y “Canción para matar una culebra”, de Inti-Illimani; o “El pueblo unido jamás será vencido” y “Venceremos”, de Quilapayún. Otros músicos de la Nueva Canción Chilena, como Patricio Manns, Isabel y Ángel Parra, Charo Cofré, Payo Grondona y Osvaldo Gitano Rodríguez, también tuvieron que vivir fuera de su país durante la dictadura.

En 1975, los responsables del gobierno militar publicaron Política Cultural del Gobierno de Chile, que dictaba las pautas
impuestas a la población en materia cultural. Señalaban que “el arte no podrá estar comprometido con ideologías políticas” y determinaron que la cultura debía ser una actividad nacional de generación de “anticuerpos contra el marxismo para extirpar de raíz y para siempre los focos de infección que se desarrollaron y puedan desarrollarse sobre el cuerpo moral de nuestra patria”. Se prohibían las manifestaciones culturales que debilitasen la identidad nacional y rechazaban la cultura militante al considerarla “el enemigo interno que había que combatir”.

En consecuencia, el gobierno militar implementó acciones para reprimir la realización, difusión y distribución de música considerada contestataria. El folclor andino fue tachado de subversivo y los sonidos de zampoñas, quenas y charangos, instrumentos que se usaban en la canción popular, fueron identificados por los militares como una expresión de rebeldía revolucionaria. Igual que los músicos, las casas discográficas que habían grabado y distribuido las composiciones de la Nueva Canción Chilena sufrieron la represión del régimen, sus estudios fueron allanados y cerrados. A los principales sellos se les ordenó que dejaran de producir música que “atenta contra la nueva institucionalidad.”

Un oscuro panorama artístico y laboral se tendía sobre músicos, compositores y profesionales de la industria discográfica. La represión se efectuó bajo amenazas, abusos y limitaciones que se escudaban en la “Doctrina de Seguridad Nacional”. La censura oficial y la autocensura se convirtieron en una losa para músicos y distribuidores. Por la acción de interventores nombrados por los militares fueron destruidos centenares de discos, casetes y otras grabaciones sonoras producidas por sellos como Alerce, IRT, DICAP, etcétera.

Una manera de discriminar la creación musical fue la derogación de leyes que eximían a los artistas del pago de impuestos. A través de un decreto, publicado en 1974, se estableció una tasa arancelaria de veintidós por ciento a los espectáculos, que resultó ser una traba para la organización de festivales de música. Como consecuencia, muchos artistas y profesionales buscaron el camino del exilio o desaparecieran de los círculos musicales.

Otra forma de ejercer represión sobre los músicos fue la elaboración de “listas negras” que operaron en los medios de comunicación. Los nombres que aparecían en ellas eran sometidos a censura, la reproducción de sus canciones estaba prohibida y se impedía su distribución. Además, la autocensura volvía a jugar un importante papel: los responsables de la programación musical eran conscientes de los riesgos que entrañaba reproducir al aire a músicos vetados por el régimen. En las empresas fonográficas también proliferaron las listas negras, las compañías hicieron llegar a los distribuidores la relación de los discos que habían tenido que retirar de sus catálogos.

Canto Nuevo: peñas, actos solidarios y casetes


Tengo un arma poderosa,
mi guitarra y mi canción.
La metralla es mi garganta,
que reclama la razón.
“El allanamiento”, Vamos Chile (1986)

Las variadas formas de represión articuladas por la dictadura en contra de la música popular llevaron a compositores, cantantes y distribuidoras a sobrevivir en la clandestinidad. Se establecieron lugares alternativos para producir y difundir la música prohibida por el régimen. De este modo, se realizó la adaptación de carpas y peñas, se recurrió al acto solidario y a la distribución de materiales en casetes. En el marco de estos renovados canales de gestación y presentación surgieron los músicos del Canto Nuevo, el movimiento musical de la resistencia. Entre ellos podemos citar a solistas como Isabel Aldunate y Eduardo Peralta, al dúo Schwenke & Nilo, y a conjuntos como Ortiga y Santiago del Nuevo Extremo.

Diversas organizaciones sociales y culturales, con el apoyo de la Vicaría de la Solidaridad (1976-1992), amalgamaron a los grupos musicales en resistencia y se fue creando una red de espacios que sirvieron para abandonar poco a poco la clandestinidad. Se habilitaron enclaves que sustituyeron a los foros sociales que habían sido destruidos por la dictadura, se formaron centros de resistencia creativa y laboral para los músicos, sitios donde participar y organizarse políticamente contra el régimen. Los integrantes del Canto Nuevo se podían escuchar, entre otros lugares, en el Rincón de Azocar, el Café del Cerro, el Café Ulm, en la peña Kamarundi, en recintos universitarios y en sedes de organizaciones religiosas y poblacionales. Los festivales solidarios proliferaron en diferentes escenarios donde se congregaban los músicos para dar a conocer sus composiciones. En dichos encuentros había también actividades culturales de carácter social y político que mantenían viva la resistencia y encendían la llama de la lucha en diversos sectores de la población.

Para la producción, distribución y difusión de materiales musicales, el casete fue el soporte ideal. Por su fácil manipulación, su bajo coste y su facilidad de transporte, se convirtió en herramienta fundamental de la lucha clandestina. Con un mínimo conocimiento cualquier grupo podía convertirse en productor y distribuidor de la música de resistencia. El casete fue utilizado también para hacer grabaciones de contenido diverso, desde programas de radio clandestinos hasta todo tipo de propaganda política en contra del régimen. Emisoras de oposición, como Radio Chilena y Radio Liberación, contribuyeron a la producción de centenares de copias con las canciones de la resistencia para ser distribuidas entre la sociedad que comenzaba a luchar para conseguir la caída de los militares.

Callejeando de manera fluida y soterrada, reproduciéndose en casas, peñas y cafés, el casete producido y distribuido por la sociedad emitió canciones de esperanza que sobrevivieron al margen de la censura y la oficialidad musical del régimen. Temas de la Nueva Canción Chilena, del Canto Nuevo, de los músicos en el exilio y de la Nueva Trova cubana, se grabaron en miles de cintas que fluían por una red clandestina que se tejió al margen de las listas negras impuestas a compañías discográficas y distribuidores. Violeta Parra, Quelentaro, Illapu y Víctor Jara; Aquelarre y Abril; Inti-Illimani y Quilapayún; Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, entre otros muchos artistas, estaban presentes en la sociedad chilena gracias al pirateo de casetes que propiciaron la circulación y el intercambio de materiales musicales que catapultaron sus canciones como arma de lucha y herramienta para el cambio.

El casete musical de resistencia también tuvo un componente económico, pues no sólo ayudaba a la difusión de composiciones y a la supervivencia profesional de los artistas del Canto Nuevo: en muchas ocasiones se convirtió en contribución solidaria para el apoyo de causas sociales, laborales y políticas de organizaciones civiles y sindicales.

En los años de lucha, varias de estas cintas se convirtieron en material mítico por el gran eco que alcanzaron entre la sociedad civil. Destacan entre ellas: MDP Movimiento Democrático Popular (1985), Vamos Chile (1986), FPMR canto popular (1987), Miranda al frente (1987), El Camotazo nº 1 (1988), la mayoría producidas y distribuidas por cédulas clandestinas de partidos políticos, llenas de canciones, discursos y consignas, himnos y proclamas de lucha contra la dictadura.

Hasta la llegada de la democracia se desarrollaron en resistencia músicos y grupos nacidos bajo el totalitarismo. Tanto la música como las letras de sus composiciones recogían el sentimiento de la juventud chilena que había crecido bajo el régimen militar, en un sistema económico neoliberal y colonialista que rompió la identidad cultural del país previa al golpe de Estado del ’73. Es el caso de bandas de rock que incorporaron otros ritmos a la nueva realidad que se fraguó en el medio urbano de los años de dictadura. Para constatar el profundo cambio de bagaje que traían las nuevas generaciones, sirve de ejemplo uno de los conjuntos de rock más representativos y acreditados del período de resistencia y lucha: Los Prisioneros. El grupo, formado en 1979, estaba integrado por tres jóvenes de Santiago: Jorge González, Miguel Tapia y Claudio Narea. A través de sus composiciones, apoyadas en letras contestatarias contra la frustrante realidad social generada durante el militarismo, se hicieron eco de las preocupaciones y dificultades en las que sobrevivía la juventud chilena. Su música se convirtió en un actualizado canto de protesta: “A otros enseñaron secretos que a ti no, a otros dieron de verdad esa cosa llamada educación. Ellos pedían esfuerzo, ellos pedían dedicación. Y, ¿para qué? Para terminar bailando y pateando piedras.” (“El baile de los que sobran”.)

                 
                                      Los Prisioneros

La música chilena de resistencia constituye un referente solidario de unión, organización y lucha clandestina, un frente de creatividad social contra del totalitarismo y la represión generalizada sufrida por el pueblo chileno durante los años que duró la dictadura.


Enlace con la publicación:

https://semanal.jornada.com.mx/2023/09/17/chile-1973-1990-la-musica-como-arma-de-lucha-y-resistencia-4684.html 



jueves, 14 de septiembre de 2023

 Publicado en La Jornada, domingo 10 de septiembre 2023





1973-2023 / A medio siglo del golpe en Chile:

la trama oscura


Xabier F. Coronado






Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi
sacrificio no será en vano, será una lección moral.

Salvador Allende



El acontecer histórico es un relato en permanente construcción. Los sucesos más significativos de la actividad humana se narran en un hipotético libro donde está escrita la llamada historia oficial: una interpretación lineal y simplificada de hechos complejos con pocas posibilidades de ser fiel a lo acontecido. A pesar de ello, su conocimiento nos puede aportar claves para entender el momento que vivimos.

Un lugar común es afirmar que la historia se repite, los humanos volvemos a representar en el gran escenario terrenal los mismos melodramas, siempre con matices diferentes y protagonistas renovados. Dicha afirmación parece fundada cuando analizamos los innumerables capítulos que conforman el libro de la historia. De su estudio se pueden extraer enseñanzas que nos ayuden a prevenir, enmendar y liberarnos de esa espiral iterativa de eventos imbricados.

De este modo, las efemérides de momentos cruciales del pasado se convierten en oportunidades para recapitular lo acontecido, investigar y extraer las lecciones que se infieren de su análisis. Este es el caso de un hecho histórico que marcó el último tercio del pasado siglo cuyas consecuencias determinaron la consolidación de un cambio político y socioeconómico global que prevalece después de cinco décadas. Nos referimos al golpe de Estado ocurrido en Chile en 1973 contra el gobierno de la Unidad Popular: un episodio que contagió a otros países del continente e impuso las bases para consolidar la economía neoliberal en gran parte del planeta.

Gobierno y golpe

Tenemos el gobierno, pero no el poder.

Salvador Allende



En las elecciones del 4 de septiembre de 1970, el candidato de la Unidad Popular a la presidencia de Chile, Salvador Allende Gossens, se impuso a Jorge Alessandri del Partido Nacional por un estrecho margen: 36.6 frente a 34.9 por ciento. De esta manera, Allende se convirtió en el primer presidente socialista que accedía al poder en América de manera democrática. El programa de gobierno de la Unidad Popular pretendía desarrollar reformas sociales, económicas y políticas que permitieran al país transitar por la denominada vía chilena al socialismo.

En las elecciones municipales celebradas en abril del año siguiente, la Unidad Popular elevó su porcentaje hasta el 50.9 por ciento. Allende aprovechó esta coyuntura para completar la nacionalización de la minería que había comenzado con el carbón, y tanto el hierro como el cobre pasaron a ser patrimonio del Estado chileno. Esta política molestó a las empresas privadas nacionales y extranjeras que tenían el control del sector minero del país.

El Congreso, controlado por una mayoría de diputados de oposición encabezados por la democracia cristiana, se concentró en bloquear la aprobación de las reformas impulsadas por el gobierno. La existencia de un funcionariado procedente del antiguo régimen no facilitaba las cosas y los grupos empresariales desataron una campaña de presión económica que provocó el descontento de la población. El escenario se agravó cuando el sector del transporte convocó a una huelga que produjo problemas de movilidad y desabasto. Este clima de inestabilidad desequilibró la situación interna del país.

El gobierno tenía la esperanza de incrementar su representación parlamentaria en las elecciones convocadas en marzo de 1973. Un resultado favorable permitiría mejorar la situación y reconducir el proceso legislativo para consumar la vía al socialismo planteada por el Ejecutivo. A pesar de que la Unidad Popular logró incrementar su porcentaje en relación a las anteriores elecciones presidenciales, el 43 por ciento de votos obtenidos no desbloqueaba la situación en el Congreso, pero tampoco permitía a la oposición impulsar una moción de censura para destituir a Allende.

Los grupos políticos que apoyaban al gobierno no se ponían de acuerdo en lo que se debía hacer; unos planteaban radicalizar el movimiento mientras que otros preferían intentar el diálogo con la democracia cristiana. Por su parte, los militares comenzaron a hacer declaraciones sobre la situación política del país; el general Gustavo Leigh advirtió al presidente que si se apartaba de la Constitución no tendrían otro remedio que enfrentar a su gobierno.

Los rumores de que se estaba preparando un golpe de Estado liderado por el ejército se generalizaron. El primer intento se produjo el 29 de junio: un reducido grupo castrense pretendió encabezar la sublevación, pero no fue secundado por el resto de las fuerzas armadas. Ante el fracaso del golpe, el presidente Allende reiteró su estrategia de diálogo para desbloquear la situación política. Un mes más tarde, la oposición abandonó definitivamente las conversaciones. Esa decisión dejaba el camino expedito para que se produjera el golpe de Estado del 11 de septiembre.


La trama oscura



El capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción,
 crearon el clima para que las fuerzas armadas rompieran su tradición.

Salvador Allende



Durante su truncado período de gobierno, el presidente Allende enfrentó numerosos problemas derivados de las presiones políticas y económicas ejercidas desde el ámbito interno e internacional. El proceso de transformación emprendido por el gobierno de Unidad Popular tuvo la oposición de la derecha, la oligarquía empresarial y la mayoría de la cúpula militar. Incluso sufrió el rechazo de grupos revolucionarios de extrema izquierda. Por si esto fuera poco, el gobierno de Estados Unidos, con la anuencia de los países occidentales, trató de evitar la llegada de Allende al poder y, al no conseguirlo, puso todos los medios para recortar su mandato.

La victoria de Allende en las elecciones de 1970 provocó una fuerte reacción en contra del gobierno de Estados Unidos. Las causas de esa postura no son difíciles de explicar, desde un punto de vista histórico y coyuntural. La recurrente intervención política y militar estadunidense en otros países sirve para entender por qué la vía chilena al socialismo era considerada una amenaza. Asimismo, la coyuntura económica internacional muestra que el motivo de esta acción encubierta contra el gobierno de Unidad Popular fue proteger los intereses del sistema capitalista. La intención era imponer regímenes políticos gregarios que servilmente se sometieran al modelo neoliberal para configurar un orden económico mundial basado en la teoría monetarista de Milton Friedman.

La desclasificación parcial de una serie de documentos de la época permite constatar la intervención del gobierno estadunidense en los asuntos internos de Chile, desde antes de la ratificación de la presidencia de Allende hasta el golpe de Estado militar de 1973. Uno de esos documentos, fechado el 15 de septiembre de 1970, trata sobre la reunión que sostuvieron, en la oficina oval de la Casa Blanca, el presidente Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger, con miembros del Consejo Nacional de Seguridad. El propósito era evitar que el congreso de Chile avalara la investidura de Salvador Allende como presidente constitucional.

Durante el encuentro, al que también asistieron el fiscal John Mitchell y el director de la CIA, Richard Helms, que fue quien redactó ese documento; se informó que eran pocas las posibilidades de alcanzar dicho objetivo, aunque había que intentarlo porque “era necesario salvar a Chile”. El presidente Nixon propuso “gastar lo necesario” e informó de la disponibilidad de diez millones de dólares para conseguirlo, “más sí se necesita, para realizar el trabajo a tiempo completo con nuestros mejores hombres”, y estableció un plazo de “48 horas para elaborar un plan de acción”. De inmediato, la CIA comenzó planificar el método para hacer efectiva la “fórmula del caos” a través de una “guerra económica, política y psicológica”.

Anteriormente, el 8 de septiembre, Kissinger había presidido el “Comité 40”, encargado de realizar intervenciones en el extranjero. Al final de la reunión, el secretario de Estado solicitó que la embajada estadunidense en Chile proporcionara de inmediato “una evaluación a sangre fría, con los pros y los contras, los problemas y las perspectivas si se organizara en esos momentos un golpe militar chileno con la ayuda de Estados Unidos”. El embajador Edward Korry respondió a Kissinger afirmando que el ejército chileno no se implicaría a no ser que hubiera “caos nacional y violencia generalizada.”

El 18 de noviembre, dos semanas después de ratificarse la investidura de Allende, la CIA reconoce su fracaso y difunde un informe interno sobre las actividades de la Fuerza de Operaciones Especiales en Chile. En el documento se revela que el 15 de septiembre la agencia de inteligencia había sido encargada de impedir “el acceso a la presidencia de Chile al marxista Salvador Allende”, y se detalla el desarrollo de las operaciones. En primer lugar, se desató una campaña de propaganda centrada en generar “preocupación sobre el futuro de Chile en términos que condicionarían la opinión y las acciones de los tres elementos clave del equilibrio político chileno: el presidente Frei, la élite política y el Ejército.”

Tras las elecciones presidenciales, el periódico de Santiago El Mercurio se había convertido en el medio más beligerante en contra de la legitimación del triunfo de la Unidad Popular. La CIA puso en marcha una campaña acusando a Allende de atacar la libertad de expresión e intentar reprimir a este medio. La acción encubierta de la agencia estadunidense incluyó la publicación de notas de protesta y solidaridad con El Mercurio en numerosos periódicos de Europa y América, así como una declaración de la Asociación Internacional de Prensa donde se daban detalles de “los esfuerzos comunistas” para apoderarse de la prensa chilena.

El informe de la CIA especifica que, antes del 28 de septiembre, se había desplazado a Chile un equipo de agentes con experiencia en el manejo de medios de comunicación, así como un grupo de periodistas provenientes de distintos países, para que “enviaran y publicaran información al respecto”. La presión se incrementó a través noticias tendenciosas publicadas en diferentes medios, valiéndose de chantajes y amenazas. La agencia también financió la creación de un nuevo periódico para apoyar la campaña propagandística.

Otras acciones consistieron en distribuir cartas en contra de la elección de Allende y fomentar el apoyo económico a grupos políticos de oposición para difundir sus posturas en prensa, radio y televisión. El plan contemplaba también la presión sobre el presidente en funciones, Eduardo Frei Montalva, a quien además de cartas enviaron copias de artículos publicados en la prensa internacional contra la investidura de Allende. Esta acción personalizada se extendió a la cúpula del ejército y a los responsables de medios nacionales de comunicación. Todo este montaje provocó la protesta de Allende, que el 13 octubre declaraba: “Estamos sufriendo la presión más brutal y horrible, interna e internacional.”

Ante la falta de respuesta por parte de Frei, la CIA barajó la posibilidad del golpe militar como alternativa para frenar la investidura de Allende. Se recurrió a organizar la desaparición del comandante en jefe de las fuerzas armadas, el general René Schneider Chereau. El 22 de octubre, días antes de que se reuniera el Congreso chileno para elegir presidente entre las dos candidaturas más votadas en las elecciones, un comando armado intentó secuestrar a Schneider. Al tratar de defenderse, el general fue baleado en su auto y murió tres días después en un hospital militar. La postura de Schneider sobre la situación política del país era de dominio público: mantenía que las fuerzas armadas debían respetar el orden constitucional, ratificar la neutralidad y acatar el resultado de las urnas.

El propósito del atentado era crear una crisis de inestabilidad interna que provocase la intervención del ejército, pero la estrategia no tuvo el resultado perseguido. Durante el pleno celebrado el 3 de noviembre, Salvador Allende logró la investidura al obtener 153 votos de apoyo frente a los 35 conseguidos por Jorge Alessandri.

El plan de Nixon contemplaba el eventual fracaso de su primer objetivo y, si Allende era ratificado, no habría otro remedio que frustrar el proyecto de nación del gobierno de Unidad Popular. Por iniciativa de Kissinger, el Consejo de Seguridad Nacional distribuyó un comunicado interno que detalla las órdenes del presidente para conseguir el segundo objetivo: “los Estados Unidos buscarán aumentar al máximo las presiones sobre el gobierno de Chile para limitar su capacidad de llevar a cabo políticas contrarias a los intereses de Estados Unidos y sus aliados”. Para lograrlo se tomaban, entre otras, las siguientes resoluciones:

Excluir, en toda la magnitud posible, futuras ayudas financieras o garantías para la inversión privada norteamericana en Chile […] Ejercer la máxima influencia posible en instituciones financieras internacionales para limitar créditos u otras ayudas de financiamiento a Chile […] No deberá emprenderse ningún nuevo acuerdo bilateral de ayuda con el Gobierno de Chile […] El presidente decidió que el director de la Oficina de Preparaciones de Emergencia haga un estudio sobre las implicaciones de los posibles desarrollos en los mercados de cobre del mundo, acciones sobre las existencias y reservas de cobre, además de otros factores que puedan afectar la comercialización del cobre chileno y nuestras relaciones con Chile.
[...]
En la práctica, este plan de acción supuso una maniobra de desgaste continuo durante los tres años que duró en el poder el gobierno de Allende. La situación del país fue deteriorándose de forma paulatina y al llegar el mes de septiembre del ’73 la crisis parecía insostenible. El presidente Allende estaba dispuesto a emitir un comunicado con la decisión de convocar un plebiscito para someter a consulta popular su continuidad al frente del ejecutivo.

La CIA calculó que era el momento de dar el mazazo final y puso en marcha la maquinaria golpista. El 10 de septiembre, la dirección de operaciones de la agencia de inteligencia estadunidense distribuyó un documento anunciando los hechos: “Un intento de golpe militar se iniciará el 11 de septiembre. Las tres ramas de las Fuerzas Armadas y los Carabineros están involucradas en esta acción...”

Todo siguió su curso según lo previsto: desde la madrugada del día 11 el aparato golpista comenzó a funcionar sin tropiezos y el gobierno de Unidad Popular fue derribado violentamente. El presidente Allende perdió la vida y la misma suerte corrieron miles de chilenos.

Las consecuencias

Pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. La historia los juzgará.

Salvador Allende



Chile entró en un túnel regresivo y sangriento, el país sufrió un gobierno autoritario desde septiembre de 1973 hasta marzo de 1990. El pueblo soportó graves violaciones de los derechos humanos perpetradas por una dictadura militar encabezada por el general Augusto Pinochet. La represión dejó más de tres mil muertos y desaparecidos, cuarenta mil víctimas –reconocidas oficialmente por la Comisión Valech en 2011– y un gran número de chilenos tuvieron que partir al exilio.

Los primeros días después del golpe fueron especialmente violentos. Se produjeron detenciones masivas y se publicaron listas de personas simpatizantes del gobierno de Unidad Popular. Los prisioneros fueron trasladados a comisarías, cuarteles, penales y centros deportivos, donde eran torturados y ejecutados. Como dato sobre la violencia ejercida por la dictadura militar cabe recordar la llamada “caravana de la muerte”, que recorrió el país durante las primeras semanas con el objetivo de asesinar a los partidarios de Allende.

En junio de 1974 se creó la Dirección de Inteligencia Nacional (dina), una policía secreta que tenía como misión detener a personas y encarcelarlas para obtener información por medio de tortura. La dina extendió su actuación a nivel internacional, ejecutando a colaboradores de Allende refugiados en otros países. En Argentina fueron asesinados Carlos Prats y Sofía Cuthbert (1974); en Roma, Bernardo Leighton y Anita Fresno (1975); y en Washington murieron Orlando Letelier y Ronnie Moffitt (1976).

En otros aspectos, el golpe de Estado llevó a la implantación de una nueva política económica en el país. A partir de 1975, un grupo de economistas chilenos egresados de universidades de Estados Unidos aplicó en Chile un conjunto de medidas que eran la base del modelo neoliberal. Una estrategia económica que cambia el rol protagonista del Estado, que pasa a ser un ente subsidiario que utiliza sus recursos para promover la participación del sector privado en áreas que anteriormente eran de su exclusiva competencia.

Estas medidas tuvieron consecuencias inmediatas: reducción del gasto en obras públicas y áreas sociales; cambios en el régimen laboral, con recortes de empleo y salarios; política de privatizaciones, con incentivación de la inversión extranjera a través de la eliminación de impuestos, y adopción de formas de producción intensiva e industrializada. Las reformas del sistema sanitario y educativo, así como los planes de jubilación y las pensiones, estuvieron directamente relacionadas con la estrategia de privatizaciones característica del modelo neoliberal. Se produjo un aumento del consumo de productos provenientes de Estados Unidos y una proliferación de créditos bancarios, facilitados por entidades privadas, que provocó el endeudamiento de la población.

En definitiva, se impuso una estructuración de la economía que afectó a la sociedad chilena con consecuencias que se mantienen presentes en la actualidad. Chile se convirtió en el primer laboratorio para aplicar las premisas del neoliberalismo. Una política económica adoptada en las siguientes décadas por otros países, que pugna por dominar el planeta.

Durante el medio siglo pasado desde entonces, se produjo la desintegración del bloque socialista, el fin de la llamada guerra fría y el irrefrenable auge del modelo neoliberal. Dos factores han dominado a lo largo de estos años el panorama mundial: la concentración del control político en manos de Estados Unidos, como cabeza del bloque occidental, y el colonialismo económico. Este proceso tuvo como consecuencia el incremento de las intervenciones armadas y la generalizada desigualdad social.

A pesar de haberse constatado la intervención del gobierno estadunidense en la mayoría de los golpes de Estado que derivaron en regímenes autoritarios, durante los cincuenta años transcurridos no se han analizado en profundidad las consecuencias de estos hechos. Aún quedan enseñanzas que aprender al respecto. Se hace necesario buscar la manera de que esas prácticas no se repitan con la misma facilidad y reconocer sus mecanismos para poder desactivarlas.

La dictadura de Pinochet, además de represión y muerte, supuso una pérdida de identidad para el país, que había optado por emprender un camino propio y diferente. Es importante encontrar la manera de proteger pueblos y naciones para que no sufran, por intereses políticos y económicos, la invasión de sus territorios, la violación sistemática de sus derechos y la desaparición de sus tradiciones.

El capitalismo y el sistema neoliberal, impuestos por Occidente, conllevan un colonialismo económico, promueven el individualismo, que implica desintegración social y uniformidad a través del consumo, transforman y destruyen culturas. El poder económico es supranacional, no pasa por las urnas, y los gobiernos son comparsas desechables. La corrupción impera en la política, los grupos sociales se fragmentan y los individuos se vuelven indolentes y adocenados, apáticos en el logro de su desarrollo cultural e intelectual. La sociedad civil no participa en el poder y se propicia la aparición de dirigentes con prácticas autoritarias encubiertas. La historia se repite, la serpiente se muerde la cola.


Enlace con la publicación:

https://semanal.jornada.com.mx/semanal/ 

https://semanal.jornada.com.mx/2023/09/10/1973-2023-a-medio-siglo-del-golpe-en-chile-4809.html 

https://1resisto.com/2023/09/10/1973-2023-a-medio-siglo-del-golpe-en-chile-la-trama-oscura/



sábado, 9 de septiembre de 2023

Pablo Neruda, cincuenta años de ausencia (1973-2023)


Publicado en La Semanal. La Jornada. Domingo, 3 de septiembre 2023






Pablo Neruda de golpe a golpe (1936/1973):





las claves del compromiso


 Xabier F. Coronado


Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Gabriel Celaya



La poesía es una práctica literaria que suscita multitud de debates y estudios. En torno a ella se concentran tantas y tan variadas incógnitas que no pueden ser contestadas de forma unánime y coherente. El lenguaje poético nos llega como algo que sentimos conocido y secreto, enrevesado y simple. Su esencia posee un vínculo tan estrecho con nuestra naturaleza emocional que, en ocasiones, nos hace vibrar interiormente. Además, hay momentos que sentimos la necesidad de escribir un poema para transmitir nuestras inquietudes más personales.

La poesía maneja el discurso literario con una disposición rítmica peculiar que pone en relación sentimientos, sonidos e imágenes. La poética es la disciplina que se ocupa de su naturaleza y principios, de las reglas y temas que aborda. En un poema, la organización métrica y disposición rítmica de los versos desarrollan su configuración. También existe un lenguaje poético de verso libre, donde el componente rítmico importa más que la métrica. Esencialmente, hacer poesía es una experiencia sensitiva, emocional y reveladora.

Un aspecto controvertido en torno a la poesía es su temática. Existe un debate recurrente sobre si la poesía lírica, barnizada de inspiración sensitiva, es más pura que la que se tiñe de arrebolada denuncia social. Se trata de un litigio frecuente entre críticos y escritores que se produce al hablar de los poetas que integraron un movimiento literario, de inspiración social y política, surgido a partir del primer tercio del pasado siglo. Uno de esos poetas es el chileno Pablo Neruda, de quien este mes de septiembre se cumplen cincuenta años de haber fallecido.


España en el corazón


Casi todo lo que he hecho en mi poesía y en mi vida
tiene la gravitación de mi tiempo en España.
Pablo Neruda

Pablo Neruda (Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto) nació en 1904 en Parral, Chile. A los veintitrés años se trasladó a Asia e Indonesia para ejercer como diplomático. Esos viajes le darían la experiencia vital que nutre sus primeros poemas: “Cuando salí a los mares fui infinito./ Era más joven yo que el mundo entero./ Y en la costa salía a recibirme/ el extenso sabor del universo.”


Neruda fue un escritor que suscitó filias y fobias por sus labor poética que es considerada militante y proselitista. Lo evidente, al repasar su vida, es que el poeta vivió de primera mano los sucesos históricos más importantes de su tiempo: la guerra española, la segunda guerra mundial, la guerra fría, las revoluciones americanas y, al final de su vida, la vía chilena al socialismo.

La existencia de Pablo Neruda quedó enmarcada por dos sucesos similares y traumáticos: los golpes de Estado protagonizados por militares en contra de la república en España (1936) y del gobierno constitucional de Salvador Allende en Chile (1973).

La Segunda República y la Guerra Civil en España influyeron de manera definitiva la vida y la obra de Pablo Neruda. El poeta se encontraba en el país ibérico desde 1934, primero como cónsul en Barcelona y después en Madrid, donde permaneció hasta el estallido del conflicto.

El diplomático chileno mostró su solidaridad con el gobierno republicano y realizó una intensa labor de crítica y de oposición al fascismo golpista. En un artículo, “Tempestad en España”, publicado por la revista Nuestra España (París, 9/III/1937), afirma que hasta ese momento no se consideraba un hombre político ni había tomado parte en una contienda; también explica los motivos de su apoyo a la causa republicana: “Al situarme en la guerra civil al lado del pueblo español, lo he hecho en la conciencia de que el porvenir del espíritu y de la cultura de nuestra raza dependen directamente del resultado de esta lucha.”

A raíz del conflicto, Neruda comenzó a escribir los poemas que integrarán el volumen España en el corazón (1937), en cuyos versos encontramos, además de la denuncia de las atrocidades que generó la guerra, las claves de su compromiso y su cambio de relación con la poesía al descubrir el potencial que tiene como herramienta de transmisión de inquietudes sociales. La influencia de la contienda en su trayectoria nos es revelada a través del poema “Explico algunas cosas”: “Preguntaréis: ¿Y dónde están las lilas?/ ¿Y la metafísica cubierta de amapolas?/ Y la lluvia que a menudo golpeaba/ sus palabras llenándolas/ de agujeros y pájaros?/ Os voy a contar todo lo que me pasa.”

En esta encrucijada, sus versos eligen un camino más directo y se llenan de palabras cargadas de contenido político. El poeta lo explica en sus memorias póstumas, Confieso que he vivido: “El contacto de España me había fortificado y madurado. Las horas amargas de mi poesía debían terminar. El subjetivismo melancólico de mis 20 poemas de amor o el patetismo doloroso de Residencia en la tierra tocaban a su fin [...] Ya había caminado bastante por el terreno de lo irracional y de lo negativo. Debía detenerme y buscar el camino del humanismo.”

En adelante, su labor poética adquiere un compromiso que lo lleva a mirar más hacia afuera, a la realidad social y política, sin detrimento de su condición de artista. Ese cambio radical y definitivo de su poesía queda materializado en el libro España en el corazón, que se convierte en la piedra de toque de su trayectoria poética. Su literatura se torna más explícita, cargada de una fuerza que insta a la acción con certidumbre: un lienzo surcado por palabras que dibujan las circunstancias determinantes de la vida. El poeta se comunica sin ambages con las personas que se encuentran afectadas por ellas, con quienes las soportan y las sufren. Atrás queda el lirismo que busca la refinada estética, por delante se abre la poesía como arte que canta la realidad cotidiana de los pueblos, donde muchas veces se mezclan desigualdad, opresión e injusticia.

Pablo Neruda elije un camino literario donde no está solo, se encuentra con poetas afines que sienten la misma necesidad de escribir versos inspirados en musas más terrenas. Entre ellos, Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, Miguel Hernández, Federico García Lorca, César Vallejo y Raúl González Tuñón, por citar algunos.

“Canto a las madres de los milicianos muertos”, uno de los poemas de España en el corazón, se publicó sin firma en El Mono Azul, periódico dirigido por Alberti y editado por la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, que circulaba entre las milicias republicanas. Cabe reseñar que Manuel Altolaguirre se encargó, en 1938, de publicar una edición de España en el corazón, donde se incluye la siguiente “Noticia”: “El gran poeta Pablo Neruda (la voz más profunda de América desde Rubén Darío, como dijo García Lorca), convivió con nosotros los primeros meses de esta guerra. Luego en el mar, como desde un destierro, escribió los poemas de este libro. El Comisariado del Ejército del Este lo reimprime en España. Son Soldados de la República quienes fabricaron el papel, compusieron el texto y movieron las máquinas. Reciba el poeta amigo esta noticia como una dedicatoria.” En el colofón del libro se especifica: “Se han impreso 500 ejemplares numerados del 1 al 500, bajo la dirección de Manuel Altolaguirre, terminándose su impresión el día 7 de noviembre de 1938, segundo aniversario de la defensa de Madrid.”

Años después tanto el editor como el autor rememoraron aquella inolvidable publicación. En una carta al periodista cubano José Antonio Fernández de Castro, Altolaguirre explicaba los avatares que envolvieron la edición: “El libro de Pablo lo imprimí en el Monasterio de Montserrat, donde los frailes tenían uno de los mejores talleres de Cataluña [...] Nos enteramos de que cerca del frente, en Orpí, había una fábrica de papel abandonada y decidimos ponerla a funcionar [...] El día que se fabricó el papel del libro de Pablo fueron soldados los que trabajaron en el molino. No sólo se utilizaron las materias primas (algodón y trapos) que facilitó el Comisariado, sino que los soldados echaron en la pasta ropas y vendajes, una bandera enemiga y la camisa de un prisionero moro.” Por su parte, Neruda escribe en sus memorias: “Creo que pocos libros, en la historia extraña de tantos libros, hayan tenido tan curiosa gestación y destino.”

En efecto, durante el conflicto bélico la vetusta imprenta de la abadía de Montserrat, fundada en 1499, se convirtió en editorial del ejército republicano a cargo del poeta malagueño Manuel Altolaguirre, que tenía formación como editor. Allí se imprimieron, además de España en el corazón, de Neruda, Cancionero menor para los combatientes, de Emilio Prados, y España aparta de mí este cáliz, de César Vallejo. La edición española de este poemario de Neruda no fue la primera, se había publicado antes en Chile, en noviembre de 1937 (Ed. Ercilla) y en julio del año siguiente se hizo una edición en Francia con prólogo del poeta Louis Aragon.

Al regresar a su país, Pablo Neruda fue nombrado cónsul especial para los refugiados españoles en Francia y, al igual que otros escritores e intelectuales americanos que apoyaban a la república, como Fernando Gamboa en el caso mexicano, sumó esfuerzos para conseguir sacar a los republicanos de los campos de concentración franceses y enviarlos a América en barcos fletados desde Europa. Así se forjó la historia del buque Winnipeg en el cual centenares de exiliados llegaron a Chile en septiembre de 1939; el poeta chileno recuerda el hecho en Confieso que he vivido como “la más noble misión que he ejercido en mi vida.”

Poesía militante


¿Puede la poesía servir a nuestros semejantes?
¿Puede acompañar las luchas de los hombres?
Pablo Neruda

La respuesta a las dos preguntas que Neruda se hacía en la cita previa resultó afirmativa. Los acontecimientos vividos durante la Guerra Civil española sacaron al poeta del ensimismamiento de sus versos. Su mirada se proyectó hacia la realidad circundante y el impacto le hizo cambiar el sujeto de sus preocupaciones. El momento histórico impelía a tomar partido, a “acompañar las luchas de los hombres” y sus poemas comenzaron a reflejar el contexto político y social de la época.

Pablo Neruda, el exitoso poeta romántico de Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), que luego se había tornado existencialista en Residencia en tierra (1933), se convirtió en un poeta comprometido. A partir de entonces, su poesía se inspira en una visión del mundo desde la perspectiva socialista. Además, en su obra aparece una inquietud creciente, el papel de la literatura en la historia y la posición del poeta en la sociedad.

                   

En 1945, Neruda ingresa al Partido Comunista de Chile y se convierte en un personaje político. Su obra también se hace militante, acorde con su ideología. La creatividad se vincula a ideas y experiencias con un objetivo primordial: intentar cambiar la realidad política social que le rodea. Producto de estas inquietudes son sus siguientes publicaciones: Las furias y las penas (1947), Dulce patria (1949), Canto General (1950) y Las uvas y el viento (1954), que asumen la condición militante del poeta.

A partir de 1956, la poesía de Neruda entra en una etapa más autobiográfica y analítica, sin abandonar el compromiso militante. Con claridad creativa logra plasmar sus experiencias personales e intelectuales, siempre con el debate de fondo sobre qué papel deben adoptar los escritores ante los acontecimientos históricos que les toca vivir.

A raíz del triunfo de la Revolución Cubana, Neruda escribe Canción de gesta (1960), una oda a los guerrilleros que recuperaron en la isla el poder para el pueblo. Años después, este libro sería modificado por su autor a raíz de un episodio en el que se vio envuelto sin querer. Neruda recibió el rechazo de un grupo de escritores cubanos por su participación en el congreso del PEN Club Internacional, celebrado en Nueva York en 1966. Granma, medio oficial del Partido Comunista de Cuba, publicó una “carta abierta” dirigida al “compañero Pablo”, que reprochaba su “complacencia ante el enemigo”. La misiva estaba firmada, entre otros, por dos de sus mejores amigos cubanos: Nicolás Guillén y Alejo Carpentier.




Como consecuencia de la disputa Neruda quitó Canción de gesta de sus Obras completas publicadas por la editorial Losada. En 1968, en una edición del libro aparecida en Montevideo, el poeta incluye un prólogo como respuesta a la carta de los escritores cubanos. También anuncia su intención de añadir a Canción de gesta un nuevo poema, titulado “Juicio final”, que se publicó en su versión definitiva (1977): “Este libro, primero entre los libros/ que propagaron la intención cubana,/ esta Canción de gesta que no tuvo/ otro destino sino la esperanza/ fue agredido por tristes escritores/ que en Cuba nunca liberaron nada/ sino sus presupuestos defendidos/ por la chaqueta revolucionaria.”

En 1971, cuando Pablo Neruda era cónsul de Chile en París, le llegaría al poeta el reconocimiento definitivo al ser galardonado por la academia sueca con el Premio Nobel de Literatura. Dos años más tarde, días después del golpe de Estado que derrocó al gobierno de Salvador Allende, el escritor tuvo que ser trasladado a Santiago a causa de la grave enfermedad que padecía. Poco después de ser internado en una clínica falleció en circunstancias aún no esclarecidas del todo. En un principio se habló de envenenamiento, pero los responsables del golpe atribuyeron la causa del deceso a su enfermedad y declararon luto nacional por la desaparición del poeta. A su entierro asistieron miles de chilenos que, desafiando las prohibiciones, se reunieron para despedir a uno de sus compatriotas más queridos y admirados.

En la actualidad, la controversia sobre su fallecimiento continúa y, a petición de la familia, fue exhumado el cadáver del poeta. En febrero de este año, cuando se cumplen cinco décadas de su fallecimiento, un informe forense determinó que Pablo Neruda murió envenenado.


Para concluir este artículo de homenaje se transcriben dos párrafos del testimonio que Neruda escribió sobre el golpe de Estado que acababa de producirse en su país, pocos días antes de su muerte:

"Aquí en Chile se estaba construyendo, entre inmensas dificultades, una sociedad verdaderamente justa, elevada sobre la base de nuestra soberanía, de nuestro orgullo nacional, del heroísmo de los mejores habitantes de Chile. De nuestro lado, del lado de la revolución chilena, estaban la Constitución y la ley, la democracia y la esperanza. Del otro lado no faltaba nada. Tenían arlequines y polichinelas, payasos a granel, terroristas de pistola y cadena, monjes falsos y militares degradados."
"Escribo estas rápidas líneas para mis memorias a sólo tres días de los hechos incalificables que llevaron a la muerte de mi gran compañero el presidente Allende. Su asesinato se mantuvo en silencio; fue enterrado secretamente; sólo a su viuda le fue permitido acompañar aquel inmortal cadáver."





Enlace con la publicación:

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